jueves, 29 de junio de 2017

Peleas.

Hace tiempo que no paro
y me siento a pensar.
No me había dado cuenta de que
no tenía
-ni la más remota-
idea
de que ya no me acuerdo de mí.

Me quedé quieta, en seco;
y me dí cuenta de que algo
no funcionaba (otra vez).

Mi corazón,
tan testarudo y guerrero;
y mi cabeza,
tan analítica y prudente;
se habían vuelto a pelear.

Aquel que bombea
quería seguir luchando
porque si no estaría perdido,
sin alguien por quién hacer su labor,
sin un fin,
solo porque sí.

Aquella inteligente
se detuvo y pensó
-¿otra vez? No lo aguanto más.

Se cansó de comerse así misma,
de sentir y hacer daño
al testarudo corazón.

Era una pelea de dos,
un niño y un viejo anciano,
un inmaduro
y un experto.

Esta vez,
para mala suerte mía
y del pequeño niño que llevo dentro,
ganó la testa.

Y aún sin haberme levantado,
sigo pensando en tí,
te tengo presente,
pero soy tan débil
tan frágil,
tan delicada,
tan enfermiza,
que no puedo permitir
que el corazón se vuelva a doler;
aún si tengo que comerme entera la cabeza.

Créeme que quería que se cumpliera
nuestro viaje,
nuestro destino,
nuestro futuro...
pero amor,
esta vez;
el dolor del corazón,
me llegó al alma.

martes, 13 de junio de 2017

Cambios.

Espero que algún día puedas perdonarme
-o perdonarte-
por no haberme valorado.

Créeme que no quiero,
pero ¿y si aparece alguien que me haga sonreír de nuevo?
Tú no podrás hacer nada.

Y te lamentarás,
mucho,
por no haberme hecho feliz,
cuando pudiste.

Me valorará,
porque valgo muchísimo,
y ya no me sentiré
como un cero a la izquierda
en tu vida.

Puedo ser la persona más cruel
-solo si quiero-,
pero nunca voy a hacerte daño,
perdóname una vez más:
por no rebajarme a tu nivel.

Cuando mi corazón deje de latir por tí,
desearás no haberme conocido.
Porque
Amor
como yo no hay dos.

Y para entonces,
ya no tendrás cabida en mi vida
¿sabes por qué?
Porque recibirás
el dolor que causaste en mi día a día.

Si algo te pido,
es que no te arrepientas
de las lágrimas que me hiciste derramar;
pues en vano será,
ya que nada podrás hacer
para curar el mal que en mí cabe.




miércoles, 7 de junio de 2017

Despedida.

A gritos silenciosos,
pido tu compañía.
Con lágrimas en los ojos,
escribo esta poesía.

Ya ni ilustro mi arte,
quien reina es mi dolor.

Las ganas de continuar
son impalpables.

Entre tanta gente,
camino en soledad.
-Amor, ¿por qué ya no estás?

El dolor pasa a ser furia,
ganas incontrolables de venganza,
desmesurado el rencor
que por mi cuerpo corre,
sed insaciable de cariño
y un vacío tan grande
como un puto agujero negro.

Dicen que,
los escritores de verdad,
la felicidad nunca alcanzan...
y yo lloro todos los días.

Perdóname por no aguantar
los latigazos
que la vida daba
hasta ponerte de rodillas;


pero cariño,
te necesitaba para levantarme.

De mí para mí.

Hace tiempo no tenía la sensación de ahogarme en un vaso de agua, ni de tener un nudo constante en el estómago. Hacía mucho que nada me quit...