es cortesía de la vida,
que te enseña
y no te da rosas por cada acierto
sino espinas por cada error.
Y así somos,
vamos acumulándolas
poco a poco,
y necesitamos encontrar a alguien
con la misma cantidad
ni más, ni menos.
Si no al abrazarnos,
nos haremos daño...
Y ya qué más da,
si buscamos como hacérnoslo.
Suele ser por estos días,
cuando Octubre toca mi ventana,
que sé que consigo trae a Soledad,
ella tan bonita siempre sola bailando...
siendo dueña de mí sin saberlo.
Obligándome a obedecerle,
sobre mí, y no queriendo...
Y qué dura la vida,
que nos quita aquello
a lo que así llamamos,
creyendo que es nuestro oxígeno,
nuestro pilar...
Qué inocencia sigue habiendo en vosotros,
porque la mía se la llevaron.
Ahora sé que debo de ilusionarme menos:
con cada sitio que alguien me enseñe,
y no pensar que es especial para ambos;
con cada película que contigo vea,
y no pensar que es especial para ambos;
con tu corazón... que me lo enseñas,
y yo, que dejé que te acomodaras en el mío
sabiendo que ninguno de los dos,
a la vez
podíamos ser ambos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario